Hoy celebramos el nacimiento de Ana María Javouhey. Una jornada que nos invita a recordar sus palabras: “He prometido a Dios entregarme por entero al cuidado de los enfermos y a la instrucción de los niños” (Carta 1). La Fundación Educativa San José de Cluny asume esta misión educadora desde su nacimiento. Este cometido sigue vivo y encuentra en la exhortación apostólica de «Christus Vivit” (¡Cristo Vive!), dirigida a los jóvenes, un documento que ayuda a reanimar esa voluntad a la que se entregó la Beata: entregar la llama de la fe a los más jóvenes.
Ana María, con el ejemplo de su vida, testimonia a la perfección: «la belleza de la generosidad, del servicio, de la pureza, de la fortaleza, del perdón, de la fidelidad a la propia vocación, de la oración, de la lucha por la justicia y el bien común, del amor a los pobres, de la amistad social”, todas ellas actitudes que el Papa, en la exhortación, invita a vivir.
Desde los primeros años de vida de Nanette observamos que, nuestra Fundadora, estaba en pleno discernimiento de su vocación. Las palabras del Santo Padre y el testimonio de vida de la Beata Madre, nos invitan a reencontrarnos con nuestra misión. Una tarea que se concreta en acompañar a los nuestros jóvenes a reconocer su vocación cristiana y hacerles participes del papel que desempeñan dentro de la Iglesia.
Para finalizar, cabe decir que la joven Ana María encontró su vocación y fundó la Congregación de Hermanas de San José de Cluny. Una Congregación con presencia en los cinco continentes. Las 2505 Hermanas de San José de Cluny que viven por todo el mundo, junto a los laicos que las acompañan, siguen siendo la llama que permite que siga candente el testimonio de Ana María.