Hoy, es un día especial para toda la Familia Cluny.
El 12 de mayo de 1807, Ana María Javouhey y 8 jóvenes más (3 de ellas hermanas de sangre de nuestra Fundadora) daban su “sí” al Señor y emitían sus 4 votos: obediencia, pobreza, castidad y entrega a la educación de la juventud. Este “sí” era el inicio de la Congregación de las Hermanas de San José y, gracias a la generosidad, acogida y entrega de las Hermanas, hoy todos nosotros somos parte de esta gran familia.
“Sí” ¡Qué palabra tan pequeña para comenzar una Misión tan grande!
Las circunstancias especiales de este año, hacen imposible la celebración de esta festividad en los centros. Sin embargo, en la distancia, hoy estamos unidos. Unidos entre nosotros y, también, unidos a nuestra Beata Madre Ana María.
En estos momentos difíciles todos hemos podido comprender mejor algunos pasajes de la historia de la Congregación.
Hemos podido sentir el miedo por los que exponían su vida para ponerse al servicio de los demás, como las Hermanas de Ana María lo sentían cuando ella se embarcaba en una nueva travesía rumbo a una Misión.
Hemos visto con tristeza como la enfermedad obligaba a cerrar nuestros colegios, igual que las primeras religiosas de la Congregación tuvieron que ver el cierre de algunas de sus casas aunque en esa ocasión el motivo fuera distinto.
Pero también, hemos visto en Ana María un modelo para continuar desarrollando nuestra misión. Todos nosotros, durante estos días hemos puesto a punto algunos de los rasgos que caracterizan a las religiosas de Cluny.
La audacia para descubrir cada día nuevas formas de seguir acompañándonos.
La fortaleza y la valentía para superar los momentos de desánimo y situaciones difíciles como la enfermedad o el fallecimiento de seres queridos.
La generosidad y la entrega: profesores preparando nuevos materiales; padres que, siguiendo con su trabajo, sacan siempre el tiempo para sus hijos; familias cosiendo mascarillas, alumnos enviando cartas a hospitales…
La alegría, tan necesaria en los días que estamos viviendo, y en esto también, todos hemos aportado: dibujos, fotografías, vídeos, canciones…
Y sobre todo, la confianza en Dios. Una vez más hemos visto con asombro, cómo la oración tiene la capacidad de mantenernos unidos, rezando juntos en familia cada tarde: Vía Crucis, Vía Lucis, Rosario, momentos especiales… y siguiendo el ejemplo de nuestra Beata Madre que en sus cartas nos dejaba escrito: “No dejéis nunca la oración, meditad al pie de la cruz, y allí encontraréis las luces que necesitáis” (Carta 577)
Sí, todos estos rasgos son parte del ADN de la familia Cluny y hoy nos sentimos agradecidos al descubrir que, esta parte de nuestro Carácter Propio, se hace presente en los contextos más duros.
Hoy a las 12 h. nos volveremos a unir entorno a la Eucaristía para celebrar, de la mano de Ana María, nuestra fiesta. Feliz día a toda la Familia Cluny.