Es 12 de mayo, estamos de fiesta.
En este año, en el que la Congregación para la Educación Católica, ha publicado el documento “La Identidad de la Escuela Católica para una cultura del diálogo”, que os invitamos a leer, queremos destacar la vocación educadora de nuestra fundadora que quedó de manifiesto, aquel 12 de mayo de 1807 con el pronunciamiento de un cuarto voto: la entrega a la educación de la juventud.
Contemplando la vida de Ana María nos damos cuenta de que, desde su adolescencia, asume el compromiso educativo, convirtiéndose, para ella, en una vocación y opción de vida, en un camino de santidad y en una exigencia de justicia y solidaridad con los más pobres.
Siendo casi una niña, la joven Nanette ya convocaba a los niños de su pueblo a toque de tambor para enseñarles catequesis.
Y en uno de los grandes hitos de su vida, la liberación de los esclavos de Mana, supo ver en la educación el modo de conseguir integrar en la sociedad a hombres y mujeres que hasta el momento vivían apartados y privados de su libertad y dignidad de personas.
Estos y otros muchos momentos de su vida son la prueba de que nuestra Beata Madre, se ajustó a la perfección a ese perfil de educadora católica al que nos llama la Iglesia.
Hoy, queremos celebrar el modelo de escuela heredado de Ana María y de la Congregación de las Hermanas de San José de Cluny, y nos comprometemos a continuar la misión.
¡Feliz día, familia Cluny!