Fundación Educativa San José de Cluny

Carta Fundacional

Ana María Javouhey

Ana María Javouhey nace en 1779 en la Borgoña francesa. Dotada de una naturaleza excepcional, pronto pone sus dones de inteligencia y corazón al servicio de una vocación misionera; siente la llamada de Dios y responde a las pobrezas de su época.

Conoce la Revolución Francesa y la situación que se genera de persecución, cuyos efectos se hacen sentir notablemente en el plano de la educación cristiana. Con confianza en la Voluntad de Dios, abre sus ojos a las necesidades que se encuentra y funda la Congregación de San José de Cluny en 1807. Su vocación de educadora está inscrita en el corazón mismo de su vocación religiosa.

Universalidad

El Gobierno francés, en 1817, descubre el éxito de las escuelas de Ana María -metodología y estilo educativo innovadores- a través de los resultados y progresos de sus alumnos. Por ello, le pide implantar el mismo método en la Isla de la Reunión. Es el comienzo de la extensión de la Congregación en otros continentes.

Poco después, la Madre Javouhey conoce la dura realidad de la esclavitud y trabaja en la liberación de los esclavos educándolos para vivir en libertad. Este empeño por la libertad es una herencia que nos ha dejado y que marca nuestro estilo educativo. Ella sabe que el hombre, ser único e irrepetible, es hijo de Dios. Cree en su dignidad y en su derecho a una formación humana y cristiana. El respeto a la persona humana exige el respeto de su libertad.

Ana María Javouhey legó a su familia religiosa una orientación esencialmente misionera, perfilando, desde el comienzo, la labor educativa como camino privilegiado para asegurar el crecimiento del ser humano, a la medida de la plenitud de los hijos de Dios.

Cluny en España

Sus Hijas llegaron a España, en 1903, para cumplir la Santa Voluntad de Dios, manifestada en los acontecimientos de la historia: el cierre, en Francia, de colegios de la Congregación, a causa de las leyes del momento. Conscientes de que la educación es medio privilegiado para evangelizar, la Provincia de España, desde su origen, toma posesión de esta misión.

El Pueblo de Dios, a la luz de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, ha sido cada vez más consciente de la contribución específica de todos los bautizados a la vida y santidad de la Iglesia. En nuestras comunidades educativas, religiosas y laicos, según nuestra vocación particular, estamos al servicio de un nuevo Proyecto. De este modo, nos enriquecemos mutuamente y ofrecemos, como lo hizo Ana María, en comunión misionera, el testimonio de la Caridad de Cristo.

Fundación Educativa San José de Cluny

Atenta a los signos de los tiempos, la Congregación hoy, en fidelidad al Carisma, al estilo educativo de Ana María Javouhey y a los valores que nos legó como patrimonio -amor, apertura y universalidad, libertad, verdad, responsabilidad, justicia-solidaridad y paz- quiere continuar la tarea emprendida hace más de doscientos años: ofrecer a las próximas generaciones toda su riqueza y asegurar el futuro de los Centros.

Para ello, la Congregación crea una Fundación Canónica: FUNDACIÓN EDUCATIVA SAN JOSÉ DE CLUNY, marco jurídico que protege la misión educadora y su desarrollo, tal y como se define en los Estatutos.

Su finalidad es la educación integral con una identidad religiosa católica, de acuerdo con los criterios de la Iglesia católica, en fidelidad al carisma de Ana María Javouhey y al Carácter Propio de la Entidad Fundadora, que la Fundación asume para sus Centros y actividades.

 La Fundación Educativa San José de Cluny es la continuadora de la misión que le confía la Congregación. Los órganos de Gobierno velarán por el logro de sus fines e irán concretando en cada momento las actuaciones necesarias para alcanzarlos.

“Tenemos la dicha de hacer la obra de Dios, la tarea no está terminada; seamos fieles a nuestra misión”, repetía Ana María Javouhey. A la Fundación Educativa San José de Cluny corresponde consolidar la misión y hacerla progresar.

La Fundación hace suya esta herencia con gratitud y responsabilidad, como aquel que recibe un tesoro de gran valor; se compromete a que la misión perdure y continúe siendo signo de la Iglesia ante los hombres.

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